martes, 7 de julio de 2009

Truman Capote: escribir a sangre fría


Hace cuarenta años fue publicada en español A sangre fría, marcando el hito de la literatura contemporánea de escribir sin ficcionar. La excelente novela de Truman Capote lo llevó a la gloria literaria y, post mortem, al indudable privilegio de ser investigado con ahínco por los biógrafos (consabidos malhechores). Esa proclividad de la cultura estadunidense posmoderna a sumergirse en los más pantanosos escondrijos de los muertos famosos hizo que el año pasado Bennet Miller estrenara su también homenajeada Capote, película que retrata al escritor como un hombre falto de escrúpulos que interfiere en el proceso judicial de los asesinos de su novela (en la vida real) para concluirla prestamente.
Hurgando en la web encontré más francotiradores, entre ellos el escritor J. J. Maloney, un exconvicto que aprovechó la beca de los reformatorios de Kansas para convertirse en “artista, poeta y crítico literario”, y que hizo un estudio sobre el caso que llevó a Truman Capote a escribir A sangre fría. Su ensayo “A sangre fría: un libro deshonesto”, muy probablemente inspirado por la musa Envidia, contiene, sin embargo, hipótesis interesantes sobre cosas “raras” de la novela y, por ende, del caso. Maloney analiza cuestiones que considera que todo mundo ignoró al creer ciegamente que la obra maestra de Truman relataba los hechos tal y como habían ocurrido. Capote creyó que los asesinatos cometidos por Perry Smith, con la anuencia y el auxilio de Dick Hickock, sobre cuatro miembros de una hacendosa y puritana familia de Holcomb, Kansas, días antes del Thanksgiving Day de 1959, fueron producto de un momento de “disociación esquizofrénica” del buen Smith.
Maloney piensa (y mientras la articulista releía la novela también lo pensó, por puro morbo) que los asesinos eran amantes (él agrega que Dick era el macho y Perry la hembra). Cree, además, que después de salir de prisión (donde se habían conocido años antes de pasar a la historia criminal y literaria) “discontinuaron el aspecto físico de la relación”, sin menoscabo del aspecto psicológico y emocional. Maloney considera que un asesinato en masa tan gratuito (los asaltantes sólo se llevaron cuarenta dólares) cometido por un sujeto sin antecedentes homicidas ni tendencia a la insania mental sólo pudo haber ocurrido bajo el influjo de una desmesurada ira que atribuye a la frustración y los celos que Perry experimentó al encontrar a su compañero intentando abusar de Nancy Clutter, la hermosa adolescente de la familia. Furioso, Perry habría confrontado a Hickock e incluso lo habría instigado a “eliminar a los testigos” para que demostrara su hombría. Maloney supone que Perry, que terminó disparando el arma, mató a los otros tres miembros de la familia sólo para poder asesinar a Nancy y causarle así pena y culpa a su malhombre. Smith finalmente admitió todos los crímenes (había atribuido dos a Dick) para salvar la reputación de su querer ante su familia, cosa que efectivamente argumentó al confesar su “carro completo”.
El autor de esta versión de los hechos se basa en a) lo “inusual” en términos criminalísticos del evento (no se encontraron rasgos de sadismo sexual, desmembramiento, canibalismo o tortura sofisticada que hicieran pensar en el perfil del “depredador humano”) , b) la “estrecha” relación de los sujetos y c) la narración de los hechos que hicieron éstos, entre lo que destaca la “furia” que Perry dijo sentir cuando vio que Dick quería abusar de Nancy (y que no podemos atribuir a la indignación de un buen samaritano), y la discusión que tuvieron en el pasillo después de que le reclamara esto. Esta teoría, que aunque no es absolutamente convincente sí resulta verosímil, indica o que Capote no percibió sensibilidad homosexual en sus entrevistados (lo cual hubiera sido poco probable), o que no le dio importancia, o que, percibiéndola y suponiendo lo que supuso Maloney respecto al crimen, prefirió ficcionar a transcribir.

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