martes, 7 de julio de 2009

Orwell: el incomprendido


Durante la mayor parte de su vida, Orwell fue un gran desconocido entre los escritores. Cuando por fin alcanzó la atención de los lectores y la crítica, sus libros siguieron estando ocultos a muchos de los que los leyeron: están llenas de simbolismos, señas y trampas y llegaron en un momento en que a nadie le interesaba la verdad, sino el mito.
Eric Blair nació en la India el 25 de junio de 1903 y era hijo de un agente de lo que vendría siendo la policía imperial antinarcóticos. Estudió literatura pero, no teniendo dinero para continuarlos, se alistó en 1922 en la Policía Imperial India en Birmania. Desertó cuando se dio cuenta que así no iba a llegar a ser un escritor y porque deseaba escapar de “cualquier forma de dominio del hombre sobre el hombre”.
Era una persona radical: en 1928 rehusó los bienes que por herencia le correspondían y regresó a Londres, donde alquiló un destartalado cuarto en Portobello Road. A sus veinticuatro años empezó a enseñarse a sí mismo cómo escribir. Llevaba una vida que podríamos calificar como "bohemia hardcore"; cuando tenía trabajo, lavaba platos. Se dice que incluso vivió en la calle. Ese mismo año mudó su pobreza a París. Unos meses más tarde lo hospitalizaron con neumonía. De esta experiencia escribió Sin blanca en París y Londres. Orwell escribió a su editor: “Preferiría publicarlo bajo seudónimo. No tengo reputación que perder al hacerlo y si el libro llega a tener éxito podré seguir usando el seudónimo”. Sin embargo, esta decisión también era nacionalista: Jorge es el santo patrón de Inglaterra y el río Orwell, en Suffolk, es emblemático para los ingleses. Además, consideró que un apellido que empezara con “O” podría favorecer a sus libros en los estantes de las librerías. Tras esto su suerte cambió algo y encontró una existencia más relajada como maestro.
En 1936 marchó a Barcelona para defender la causa republicana. Recibió adiestramiento militar básico y fue enviado a Aragón. Pasó dos meses ahí cuando fue herido en la garganta. Cuando regresó a Barcelona ya no había “camaradas”, sino facciones en lucha fraticida. Dormía al aire libre para evitar mostrar su identificación. Cayó presa de la paranoia, llegando a creer que su esposa era blanco de los espías soviéticos. Sus miedos fueron comprobados cuando ambos fueron acusados de traidores por el hecho de “ser troskistas”. Escribió Homenaje a Cataluña y le costó bastante trabajo encontrar editor: los izquierdistas no lo querían por considerarlo una crítica al comunismo; los editores de derecha por ser un libro revolucionario. En 1939 volvió a enfermar de tuberculosis. Quiso partir a luchar contra el nazismo, pero fue encontrado físicamente impedido.
En febrero de 1944 Granja animal fue terminada, pero ningún editor en Inglaterra la aceptó dada la alianza militar del momento con Stalin, a quien caricaturizaba en la trama y a quien consideraba el responsable de que el ideal socialista de la Revolución Rusa se hubiese pervertido. Fue publicado en Estados Unidos y fue un éxito de ventas. Orwell finalmente pudo vivir de sus regalías y accedió a la gloria literaria, pero se vio decepcionado por la forma en que fue malinterpretado y manipulado por la derecha como propaganda contra el gobierno laborista al que el autor de hecho apoyaba. Se retiró a Jura, enfermo y temiendo un asesinato desde el Kremlin. Redactó entonces el libro que tanto ruido haría en las cabezas de los políticos de todo el mundo. ¿Quién de ellos no ha soñado ser el Gran Hermano? En junio de 1949 es publicado 1984; en enero del siguiente año la tuberculosis que había perseguido a Orwell desde su época de pobreza gana la última batalla.
La saña póstuma se ha esforzado bastante, logrando dar con una carta que entregó a Scotland Yard señalando a varios colegas “criptocomunistas”. Algunos piensan que escribió esta carta afectado de sus facultades craneoencefálicas por las altas fiebres; otros creen que fue un acto lúcido con el que pretendía ayudar a su gobierno a no caer en manos de los totalitaristas. Menciono la carta únicamente porque es divertida. Por ejemplo, del escritor John Steinbeck dice: “¿observaciones?: escritor espurio, pseudo-naif”; de otra “señalada” comenta: “…probablemente sólo simpatiza sentimentalmente. Boba. Tiene dinero.” Y de muchos, nada más: “bastante estúpido”. ¿Quién dijo que no tenía sentido del humor?

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