martes, 7 de julio de 2009

Nikolai Gogol: el final siempre es el mismo


Esta vez le tocó su turno a uno de mis autores favoritos: Nikolai Gogol, que sin faltar a la tradición genial enloqueció en algún momento de su vida (o quizás siempre estuvo loco). Indagando en internet con la aviesa intención de escribir este homenaje sui generis, encontré un artículo escrito por unos loqueros israelíes sobre el buen Gogol, advirtiendo que el estudio de la salud mental post mortem de un sujeto (sic traducido) basado en el legado literario es “algo complicado”. Después de ello dejaron a un lado sus “resquemores éticos” y le entraron con todo. Identificaron cinco fases durante la vida adulta de Gogol que influían tremendamente en su “productividad literaria” y en su salud mental: bipolaridad con euforia predominante, prominentes cambios de humor, poderosas depresiones y “el declive”. “En nuestra opinión, Gogol sufría de un desorden bipolar en segundo grado y tenía un desorden narcicista de personalidad.” Todo ello fue colegido en base a la calidad y cantidad de su creación durante determinados periodos de tiempo y a partir de las cartas cruzadas con sus amigos, así como por el nada desdeñable hecho de haberse convertido al final de su vida en monje y concluir prendiéndole fuego a lo que encontró más a la mano: su obra inédita.
Como con todos los grandes genios de la literatura, el siglo XX y el XXI se han propuesto desenmarañar su pública o privada vida sexual. Y aunque se le achaca haber tenido un novio, Iosif Vielhorsky (que supuestamente murió de tuberculosis), mientras escribía la primera parte de Almas muertas en Italia, algunos investigadores sostienen que nunca salió del clóset. Uno de ellos, Simon Karlinsky, se propuso develar los misterios de aquél a quienes sus colegas consideraban “incomprensible”. En The Sexual Laberynth of Nikolai Gogol, el biógrafo concibe al genio como un homosexual reprimido. Encontró (o supuso que encontró) en las páginas de Gogol amplia evidencia de la misoginia del autor en sus arpíacos personajes femeninos y en la tragedia que sufrían aquellos que deseaban casarse con un mujer. De nueva cuenta, todo se reduce a interpretaciones no literarias de sus libros.
Gógol nació en la provincia de Poltova el 31 de marzo de 1809 (hace casi doscientos años), y aunque nunca se sepa (a menos que Nacional Geographic lo exhume para determinar cómo murió) qué lo hizo terminar sus días tan precipitadamente ni sea clara su orientación sexual, creo que no se le podrá acusar de haber sido poco crítico con su trabajo literario. En 1829 publicó bajo seudónimo el poema Hans Kuchel Garten en edición de autor, y resultó tan ridiculizado por un crítico que compró todas las copias que pudo y las quemó en un cuarto que rentó para tal propósito. Después, la lucidez lo fue abandonando paulatinamente. En 1848 hizo una peregrinación a Jerusalén y cuando volvió a Moscú se dedicó en cuerpo y alma a la “vida religiosa”. Fue bajo estos influjos que un día, inspirado, arremetió contra la segunda parte de Almas muertas, entregándola a su viejo amigo ígneo. Algunas de las páginas que sobrevivieron fueron publicadas póstumamente. Murió el 3 de marzo de 1852, de causas desconocidas. Se ha supuesto que se estuvo autoflagelando la última semana de vida e incluso se rumora que también entregó su cuerpo a las llamas.

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